lunes, 3 de marzo de 2008

Seguridad ciudadana y sub-cultura del crimen

La identidad cultural del guetto difiere del resto de los habitantes del país. Los descendientes de negros antillanos debieron recibir una herencia cristiana protestante y evangélica de sus abuelos y los mestizos del catolicismo romano, es obvio que dichos valores familiares fundamentales no se transmitieron y que el cordón umbilical por muchas razones sociales o por factores endógenos y exógenos, se rompió, porque la ética y moralidad en nuestros barrios marginales es escandalosamente baja. Curiosamente en el guetto aunque se confiesan católicos o devotos del Cristo Negro de Portobelo, no leen la Biblia en casa, ni reciben educación cristiana, por lo que la religiosidad practicante no llega al 2%, resultando que la identidad de un gran porcentaje de los habitantes de Curundu, San Joaquín, San Miguel y otros barrios marginales es con la sub-cultura del crimen. El proceso de desarraigo y pérdida de la decencia es lento pero efectivo. En la medida en que la delincuencia da para repartir entre amigos y parientes –caso de los tumbes de drogas-, al superar las adversidades temporales de la vida y correrse ciertos lujos transformados en necesidades –como costosos celulares, IPOD, laptops y ropa Tommy o Fubu (símbolos de estatus)-, los valores familiares tradicionales van quedando en el olvido, siendo reemplazados por otros valores e ideales propios de una cultura del crimen: amor y fidelidad a ese estilo de vida, el código del silencio y la traición se paga con la muerte.

Como un aporte al pecado social (Girotti), algunas personas tienen una tendencia errónea a creer que desligando a la población de su entorno local, trasladándolos hacia otro sitio, se solucionaría el problema. No tomar en cuenta un cambio real y radical en su cultura, es absurdo, lo que hacemos es trasladar el problema a otro lugar donde originalmente no había altas tasas de criminalidad, ejemplo de ello fue el éxodo de los habitantes de Loma La Pava hacia San Miguelito y de Curundu y otros sectores marginales urbanos hacia las barriadas de Mano de Piedra, Cerro Batea, Torrijos Carter, etc, hoy en día zonas rojas, focos de delincuencia, es decir guettos constituidos en base a la misma identidad cultural. Seria ocioso hablar de Prosi, seguridad ciudadana, control policial o lucha contra el crimen, sin tomar en cuenta estos factores intrínsecos (ver articulo Curundu pobreza y delincuencia, La Prensa 24 de mayo de 2007). Aspecto sociológico de relevancia a observar, es que los judíos superaron ese estigma de pobreza, afianzándose en lo siguiente: La creencia en un único Dios, unidad cultural y étnica, la esperanza de ver mejores días, el emprendedurismo y el trabajo duro y constante, la familia como vehiculo de la enseñanza de los valores tradicionales, todo ello contenido en la Torah y la Guemará. ¿Por qué no lo mejor? Seria bueno reflexionar en esta Semana Santa como un país compuesto en su mayoría por cristianos, y que tomemos ejemplos positivos e históricos para que gobierno, clubes cívicos, iglesias y nuestros habitantes, incluyendo los barrios marginales, emprendamos el camino hacia una nueva sociedad basada en los valores familiares tradicionales

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