martes, 4 de diciembre de 2007

TOCANDO LO MÁS SENSIBLE

Artículo publicado con autorización de su autora DORIS HUBBARD:
Nada más doloroso que un niño o niña llorando por dolor o por hambre. Soy una mujer que me considero dueña de una gran fortaleza, pero toda esa fortaleza se va al piso cuando estoy frente a una carita infantil con ojos que brillan por las lágrimas. Me escandalizo cuando veo a un niño muy tranquilo, pues no lo considero normal, y no lo es, ellos tienen energías extras, esas que se nos van haciendo cada vez más racionadas con la edad.De más está decir que todos los males de la sociedad desencadenan en mí una oleada de sentimientos de reprobación sobre los mismos, pero en especial cuando afectan a los niños y niñas. Estos sentimientos de amor y necesidad de proteger a los niños y niñas e incluso a los adolescentes, creo que son los correctos y de esperar en cualquier hombre o mujer en edad adulta, normal, valga la repetición del término, pues son los críos de nuestra especie, nuestra esperanza de continuidad. Nos necesitan, y necesitan saber que pueden confiar en nosotros, los adultos. Ellos son más ágiles y caben en espacios que los adultos muchas veces no cabemos, sobre todo en el corazón de cualquiera, pero también son frágiles. No hay forma de rechazarlos, aunque de repente tengan conductas reprochables, pues, aún así, la reacción de la mayoría es buscar las razones y tratar de corregirlas, para protegerlos, incluso de ellos mismos.Los niños y las niñas son lo más sensible que tenemos, serán nuestro espejo en el futuro, y son la bitácora de nuestras acciones en el presente.En todo esto he pensado desde el momento en que escuché que el paro de los médicos se extiende al Hospital del Niño; cuando revisando estadísticas sobre los niveles de pobreza en el país casi toco con los dedos la realidad que las cifras señalan sobre la forma en que esta afecta a esa población que no toma decisiones, que no vota, que no tiene dinero propio, y muchos ni siquiera una educación adecuada, o, por lo menos, acceso a ella, pero que sí representan la ‘vara’ con que seremos medidos por nuestras acciones.Irse contra los niños y niñas, especialmente los más humildes, hablando de recursos económicos, para presionar por reivindicaciones salariales, o por lo que sea, tiene muchos términos para ser calificado, pero a fuerza de ser respetuosa, algo que siempre me impongo, quiero usar términos medios y que muchos serán sinónimos, como: reprobable, incalificable, indebido, injusto, indignante, irresponsable. No me importa ya si los médicos tienen razón y derecho a obtener una mejor remuneración, lo cual considero un derecho indiscutible de todo profesional, se pasaron de la medida, pues quienes acuden al Hospital del Niño son los hijos de esos mismos miles de panameños que desde hace 28 días no están recibiendo atención médica completa por el paro en los hospitales públicos, quienes dependen de esos centros médicos, porque sus recursos económicos no les dan para irse a los centros privados. Si la intención es tocar la fibra más sensible, no es un esfuerzo en vano, pues como dicen en mi pueblo, hasta el más ‘pinta’o’ (valiente) se dobla si le tocan a un niño. Decir que van a suspender la atención privada también, no hace ‘aceptable’ la nueva medida de presión, pues igual, las opciones de atención médica privada superan con creces las opciones de atención pública.Seguimos en lo mismo, ambas partes -huelguistas y gobierno- tuercen el brazo equivocado, pero ahora es un brazo sumamente frágil...

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