martes, 4 de diciembre de 2007

Sida: Sexo, Ignorancia, Discriminación y Apatía

Este artículo es publicado por cortesía del distinguido médico y científico Xavier Sáez–Llorens, su autor:
Han pasado casi 30 años desde la descripción de los primeros casos de sida. Desde entonces, han ocurrido enormes avances en el ámbito científico, pero tímidos logros en la compresión ética de la enfermedad. Varias definiciones han sido aplicadas a las siglas del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, algunas técnicas, otras lúgubres, pocas sociales. Para tratar de humanizar este acrónimo y ajustarlo a la triste realidad contemporánea, S debería significar sexo (modo de transmisión), I ignorancia (desconocimiento de riesgo y prevención), D discriminación (estigmatización del enfermo) y A apatía (indiferencia de la sociedad).
Con casi 40 millones de personas infectadas por el VIH a nivel mundial (0.6% de la población total) y 4 millones de casos nuevos en 2006 (más de 10 mil personas por día), el sida constituye la cuarta causa de muerte en el planeta y la primera en el continente africano (séptima en Panamá). Casi el 90% de los infectados vive en países subdesarrollados. Pensada inicialmente como patología de hombres homosexuales, la principal ruta de adquisición en la actualidad es a través del contacto carnal entre géneros opuestos. La enfermedad, por tanto, tiene ahora más rostro femenino e infantil. Nuestro país figura en los primeros lugares del área centroamericana y caribeña con mayor proporción de afectados. Hasta octubre 2007, cerca de 9 mil panameños han sido diagnosticados con la infección, pero la cifra estimada rondaría los 25 mil (1 de cada 120 habitantes). La inmensa mayoría de infectados se encuentra en la franja de 20 y 40 años de edad; es decir, adquirieron la infección durante la adolescencia y adultez temprana.
La incidencia (casos nuevos) ha empezado a disminuir en naciones que han educado e implementado rigurosamente el método ABC (abstinencia, fidelidad, condón), con particular énfasis en la letra C, de la Organización Mundial de la Salud. La prevalencia (casos viejos + nuevos), sin embargo, ha aumentado debido a que las nuevas terapias reducen notablemente la mortalidad y logran que las personas infectadas vivan de forma indefinida, siempre y cuando se adhieran a los tratamientos específicos. Igual a lo que sucede con la diabetes o la hipertensión, el individuo infectado por VIH puede ahora llevar una vida normal, productiva y placentera. Lógicamente, el coste generado por el continuo uso de medicamentos antiretrovirales golpea las finanzas de cualquier gobierno. Por ende, las estrategias para reducir el número de infectados y manejar los pacientes debe ser una tarea de toda la sociedad y no solo de un organismo ministerial.
En el Hospital del Niño, durante los últimos 16 años, un dedicado grupo de infectólogos, pediatras, enfermeras, trabajadores sociales, farmacistas, laboratoristas y voluntarios ha manejado más de 250 niños, la mayoría infectados desde su nacimiento. Ellos han participado en numerosos estudios de investigación (publicados en revistas de prestigio), sometiéndose a técnicas diagnósticas novedosas y tratamientos de última generación. Orgullosamente, más del 80% de estos niños tienen cargas virales indetectables, marcadores normales de inmunidad y excelentes condiciones clínicas. Debido a que muchos padres son muy pobres o han fallecido, varias instituciones benéficas cuidan a niños abandonados o huérfanos y realizan labores titánicas para traerlos a la clínica periódicamente. Lo que hace el Hogar Malambo es digno de elogio. Contamos con 12 adolescentes, de la misma edad que la clínica, que exhiben buenas calificaciones escolares y nos ayudan en la educación de sus pares. Para fastidio de los "cruzados" (ver Beluche, Opinión, nov. 27), nosotros, además de inculcar abstinencia y fidelidad, les enseñamos cómo, cuándo y dónde deben utilizar condones, mediante talleres prácticos y teóricos. Hemos salido también extramuros para dictar clases de educación sexual en escuelas públicas y privadas. El tipo de preguntas que hacen jóvenes de 10-13 años es para ruborizar a cualquiera de esos beatos, únicos dueños de valores morales. Preferimos hablarles con claridad y evitar que continúen con mitos, prejuicios y tardíos arrepentimientos.
Aplaudo la inmensa labor que ha efectuado Probisida en Panamá. Esta valiosa organización fue creada por el médico Orlando Quintero y un grupo de dinámicos activistas. Apenas tres años después de su constitución, lograron convencer a las autoridades sanitarias para implementar la Ley del sida (5 enero de 2000). Consiguieron que los medicamentos antiretrovirales fueran incluidos en el formulario del Minsa/CSS y dispensados de forma gratuita a la población infectada. Con muy pocos recursos, alquilaron una casa y desde allí han realizado más de 10 mil pruebas y consejerías, recibido más de 2 mil llamadas a su línea caliente, referido a más de 600 sujetos infectados y demandado a instituciones o empresas que incurrieron en discriminación laboral de trabajadores VIH+. Han obtenido información interesante sobre la presencia del virus en personas tradicionalmente ausentes de los servicios de salud. Un 6% de positividad en usuarios de drogas ilícitas (hogares Crea, Remar), 5% en privados de libertad, 50% en travestis, 16% en hombres que tienen sexo con hombres y 9% en bisexuales. A través de fondos donados por Johnson & Johnson y el Gobierno canadiense, demostraron entre un 1% y 4% de infección en embarazadas de escasos recursos económicos. Me llama la atención, suspicacia aparte, que todavía no ha habido una Teletón para concienciar a nuestra sociedad sobre esta terrible plaga que nos azota.
Después de 15 años de lucha, me he percatado de los tipos de mirada que exhiben las personas cuando conocen a un individuo con sida. La mirada indiferente hace que el sujeto se sienta invisible; la mirada compasiva hace que el sujeto se considere una víctima; la mirada temerosa hace que el sujeto se perciba como un agresor; y la mirada moralista hace que el sujeto se sienta culpable. Pese a las vergonzosas estadísticas nacionales, la Asamblea sigue sin aprobar la ley de educación sexual en las escuelas, permitiendo que más y más adolescentes ingresen al mundo del VIH y que sean mirados de la misma forma. Mientras esto ocurre, los perversos detractores prosiguen sus charlas de té en clubes privados, codician las joyas y vestidos del prójimo durante misas dominicales, satanizan el condón desde tribunas periodísticas o flagelan sus cuerpos por mandato de la orden. Que más da, ellos pertenecen al eje del bien y el sida es un castigo divino.
Mandela decía: "El sida nos está saboteando el futuro". Agrego yo, "y a poca gente le importa".

No hay comentarios: