domingo, 24 de febrero de 2008

Suntracs y los círculos bolivarianos

En estos días altos funcionarios –el segundo vicepresidente, el ministro de Gobierno y otros– denunciaron la existencia en el país de un movimiento desestabilizador que tenía como protagonistas a ciudadanos venezolanos. Se dieron nombres propios y se quiso vincular a los dirigentes del Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (Suntracs) con esa subversión extranjera. Lógicamente si la actividad de los venezolanos estaba dirigida a organizar los llamados círculos bolivarianos, la denuncia era trascendente porque tales círculos son las células políticas internacionales del chavismo.
Las autoridades nacionales tenían un solo propósito con su revelación: generar una gran confusión social y colocar el movimiento obrero, el de la construcción, en el papel de eje de una conspiración nacional con ramificaciones internacionales. Los propagadores de esta especie perdieron de vista que involucraban seriamente a un gobierno amigo del gobierno de Torrijos.
Sin hacer abstracción del contenido veraz o falso de la denuncia, se podrían elaborar varias hipótesis, hijas, por supuesto, de sencillas especulaciones. Una de ellas indica que en el seno del Gobierno panameño existen tendencias contrarias al chavismo, pero prevalece la que comulga con las ideas expansionistas del mandatario venezolano. La tendencia contraria, definida como demócrata cristiana, debe ser depositaria de un cúmulo de pruebas relativas a la penetración del chavismo en el país con el consentimiento de las fuerzas chavistas del Gobierno.
Con el objeto de impedir que corrieran las especulaciones y que tuvieran efectos nocivos en los nexos diplomáticos, el canciller Lewis Navarro salió al paso y expresó que entre el Gobierno de Panamá y el de Venezuela existen cordiales y respetuosas relaciones. Luego, la denuncia que afectaba los cuadros bolivarianos como engranaje de una conspiración, carecía de sustento.
La aclaración del canciller panameño convirtió en disparate la acusación contra el Suntracs, de estar en convivencia golpista con Chávez, porque si los vínculos oficiales de ambos gobiernos son buenos, ¿qué papel juega el Suntracs como actual y potencial peón golpista del presidente Chávez, amigo del presidente Torrijos?
Estas observaciones nos llevan necesariamente a examinar las intenciones de la denuncia fabricada por los servicios de inteligencia de los cuarteles. Más allá de la confusión social que engendró la denuncia, el hecho despierta algunos recuerdos. Fue una vieja táctica del oficialismo militar, el que vivimos de 1968 a 1989, incorporar en los momentos de crisis o de agitación popular, versiones que distorsionaban la verdad y que remitían la atención social a otros ámbitos, a otros temas prefabricados o falsos.
Un caso emblemático por lo que tiene de descarnado cinismo se produjo luego del asesinato de Hugo Espadafora. Cuando la sociedad entera no salía de su espanto ante la decapitación de Hugo y todas las versiones señalaban a algunos miembros de las Fuerzas de Defensa como autores del crimen, fue presentado en la televisión en cadena nacional un ciudadano europeo que dio versiones novelescas del crimen, destinadas a eximir a las Fuerzas de Defensa. Todo fue un intento premeditado de desviar el juicio de la comunidad ya formado y que señalaba con acierto la auténtica autoría.
En conclusión, siempre en los grandes momentos de crisis suelen surgir mensajes oficiales que adulteran la verdad y que crean un mundo de especulaciones y de confusiones, destinado a desvirtuar la naturaleza de la referida crisis.
En mi época de dirigente estudiantil, allá por la década de 1940, las grandes huelgas, las acciones de protesta eran atribuidas a la autoría intelectual del doctor Harmodio Arias. En medio de la acción rebelde de pronto surgían declaraciones oficiales que indicaban que tales acciones eran manipuladas por el doctor Arias. Los adversarios del movimiento estudiantil a partir de ese momento no discutían la legitimidad de las protestas sino que se dedicaban a abanicar el infundio o la patraña oficial. Los dirigentes estudiantiles no salíamos del asombro porque sabíamos que nuestra conducta se forjaba en el fondo de la conciencia limpia de una juventud idealista.
Desde entonces ante cada protesta social, sabemos que nunca falta un relato oficial de los hechos que pretende desvirtuar la verdad para falsificar la historia y desorientar a la comunidad.
Ahora, dada la curiosa historieta de los voceros directos de los servicios de inteligencia del Estado y la aclaración del primer vicepresidente, queda un saldo de resquemor insuperable, el de Chávez señalado como desestabilizador del sistema político panameño y el de Suntracs acusado de peón subversivo de los círculos bolivarianos chavistas. Y todo para distraer la atención de la sociedad con sus tiros de salva y olvidar los aspectos troncales de la crisis que recientemente conmovió al país. Por lo visto, muchas veces hasta los tiros de salva resultan imprudentes y peligrosos. El autor CARLOS IVÁN ZUÑIGA es abogado y fue rector de la Universidad de Panamá, originalmente publicado por La Prensa el 23 de febrero de 2008. Ver artículo relacionado "Ni espejitos ni cantos de sirena" en: http://panamapolitica.blogspot.com/

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