jueves, 14 de febrero de 2008

PUÑETAZOS CON LA IZQUIERDA, ABRAZOS CON LA DERECHA

Hace poco presencie una audiencia por un caso de violencia intrafamiliar en el que la contraparte participaba con destreza en el oficio de Tertulo. Decía él que su representado había sido criado a la antigua, un hombre con valores que inculcar a sus hijas, pero la mujer “le había salido contestona”. Replicaba por todo y por supuesto que “el hombre como cabeza del hogar necesitaba hacer sentir su autoridad”. Los que se especializan en el tema penal y en el tema de familia, saben que ante una defensa de esta naturaleza hubiese sido preferible que el imputado pidiera cacao, solicitando ante el juez un proceso abreviado en la preliminar, en vez de tratar de justificar el maltrato con argumentos tan machistas. Dos semanas después, me encuentro en el taxi tratando de llegar a mí destino, el profesional del volante que no avanza en el caos de la ciudad, evadiendo a obreros que se tomaron las avenidas principales, con palabras más, palabras menos, justifica al Gobierno y a la Policía, básicamente con los mismos argumentos que aquel abogado. ¡Vaya ironías que tiene la vida!

El reciente homicidio de un humilde obrero de la construcción –tercero en circunstancias similares- debe llevarnos a la reflexión en medio de esta vorágine de violencia que amenaza con diluir el proyectado desarrollo. No hay justificación que valga frente al machismo, el autoritarismo y la intolerancia. Se requería lo que en penal se conoce como proporcionalidad en la acción por parte de los agentes policiales. Hoy conocemos que Smith acudió al nosocomio antes del mortal incidente, con una herida en el parpado, es decir, estaba muy lejos del teatro original de violencia. No se necesita ser un CSI para saber que el informe policial no se compadece con un Al Iromi Smith inerme, desarmado y con un tiro en la espalda. Violencia engendra más violencia. En otro escenario, tirar objetos como bloques desde una altura considerable como lo es un quinto piso, es claramente intento de homicidio, por lo que no se puede justificar como defensa propia la acción de otros obreros que so pretexto de reclamar justicia cometen otra gran injusticia.

Aún me rompo la cabeza y me pregunto ¿Cuál es la necesidad de los estrategas de la seguridad nacional de transformar a humildes obreros en mártires políticos? ¿Será que alguien le hace algún favor a Chávez? Lejos de la retórica marxista o que se intente justificar a la tropa de choque de la revolución bolivariana SUNTRACS-FRENADESO, al igual como la mujer panameña maltratada con los ojos colombianos, de manera simple comprendo y no hace falta que Trespatines me lo explique: ¡Hipócrates, son las mismas manos! Ese es el dilema de la maltratada: las mismas manos que acarician son las que golpean. No puede el Estado como parte de las políticas publicas promover en pleno la campaña contra la violencia y por otro lado desplegar el aparato represivo sin los controles adecuados. El pueblo -que es inteligente- percibe –al igual que la mujer maltratada- que le estas metiendo puñetazos con la izquierda y después le dispensas cariñosos abrazos con la derecha. Vivimos en un estado de derecho, no es ir por buen camino justificar la violencia venga de donde venga.

1 comentario:

Raoul Leal Montes de Oca dijo...

O sea que Suntracs es la mujer que le salio respondona... con razón ellos mismos se definen como CONTESTATARIOS... Vaya, vaya, pero no todo es metafora, es la realidad de nuestro Panama, mientras a aguantarse los cierres de calle y los espantosos tranques.