Las verdades históricas, sean los investigadores, aficionados, arqueólogos o historiadores son cotejadas con pruebas reales. Por ejemplo nadie dudaría de la existencia de los faraones pues lo comprueba los descubrimientos de momias, utensilios funerarios, estructuras visibles, pirámides y la propia Biblia. La existencia de Tutankamón en todo caso, más que un mito es una realidad histórica comprobable.
Asimismo, el Panamá de 1821 la historia de su pueblo y sus costumbres se puede reconstruir a través de las fuentes históricas. Ellas son los escritos de la época, tales como libros, periódicos, diarios personales, como tampoco se pude omitir las actas parroquiales y el Archivo General de Indias, mejor conocido como los Archivos de Sevilla, fuente de inspiración y datos históricos exactos de la época española. Dicho sea de paso hay más probabilidades de exactitud en los datos históricos del Panamá de 1821 que en el Egipto de 1300 A.C.
En ese sentido, lamento decir que no se habla de Rufina Alfaro en un escrito sino hasta mediados de los años 40. Yo tampoco he encontrado ninguna fuente de sustento histórico de Rufina Alfaro. Estoy hablando de documentos, aunque algunos compatriotas sientan que con esta afirmación les estoy mentando la madre. Claro que la oralidad es fuente histórica pero debe ser cotejada con las ya señaladas.
Es interesante preguntarse ¿Porque los recopiladores históricos primarios como los Correoso, los Arosemena, entre tantos otros no la mencionan, siendo un hecho tan trascendental en la construcción de nuestra nacionalidad? Aún llegado 1903, otro hecho fundamental de nuestra nacionalidad, no se hablaba de Rufina Alfaro.
La buena noticia es que si habitaba una familia Alfaro en la Villa de los Santos, se encuentra en una de las primeras fuentes de información, los archivos parroquiales, a un tal Tiburcio Alfaro en Las Peñas y a Maria Rudecinda Alfaro. Esto de por sí constituye un indicio muy favorable, aunque no una prueba fundamental de la existencia de Rufina Alfaro ¿O seria Rudecinda?
No obstante, debo aclarar que no estoy en contra de Rufina Alfaro, ni más remotamente intento ofender a un apreciado pueblo como el santeño. Lo que sí puedo decir es que coincido que no vale la pena borrar de un plumazo a quién representa un icono de la nacionalidad, como lo es Rufina Alfaro, sea mito o una realidad histórica que por el momento no podemos comprobar
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